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Artista quema imagen de Diego Portales en el centro cultural GAM

El pasado miércoles 5 de diciembre del 2012, el artista chileno Cristian Inostroza quemó la imagen del monumento a Diego Portales en la puerta del centro cultural Gabriela Mistral más conocido como GAM o ex Edificio Diego Portales, una estructura de 5×3 mts con la imagen del monumento en el centro y de fondo la réplica de la estructura metálica que cubre el edificio. Ésta ardió en llamas entre la mirada perpleja de los visitantes al centro cultural y transeúntes que pasaban por el lugar.

Diego Portales, empresario y fundador de la institucionalidad republicana como lo entendemos hoy, es una de las figuras más polémicas de la historia de nuestro país que contrasta con la imagen parcial y heroica que aparece en los libros escolares de historia.

Fue un fiel representante del nacionalismo conservador y defensor de un “Gobierno fuerte, centralizador, cuyos hombres sean verdaderos modelos de virtud y patriotismo, y así enderezar a los ciudadanos por el camino del orden y de las virtudes”, según sus propias palabras. Asesinó y persiguió a dirigentes sindicales y activistas de sectores contrarios a su orden y sitúo a la oligarquía mercantil en el poder, instalando los patrones estructurales de nuestra sociedad actual. Hoy vivimos una profunda crisis institucional, con una constitución escrita por una dictadura militar, una estructura democrática amoldada por este régimen totalitario, llena de figuras legalizadas que protegen los intereses de las elites y la escasa representatividad que tienen hoy los partidos políticos con la ciudadanía chilena, enmarcan un verdadero orden privado que lejos de ser participativo y democrático se monta en un aparataje escenográfico donde siempre terminan dominando los mismos con sus políticas arbitrarias.

El Centro cultural GAM, ex edificio Diego Portales fue construido en 1972, para albergar la tercera Conferencia Mundial de Comercio y Desarrollo de las Naciones Unidas (Unctad III). Tras la Unctad, el presidente Salvador Allende transfirió el edificio al Ministerio de Educación, que a su vez lo ocupó como centro cultural y lo pasó a llamar Centro Cultural Metropolitano Gabriela Mistral. A partir del golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973, el lugar fue destinado por la dictadura a ser una extensión de La Moneda, constituyéndose como sede del gobierno militar. Un decreto ley del 10 de diciembre de 1973 cambió el nombre del inmueble por el de edificio Diego Portales transformándose en su principal centro de operaciones. El 5 de marzo de 2006 un recalentamiento de la red eléctrica en momentos en que se realizaban trabajos de remodelación, provocó un gran incendio que afectó el ala oriente y dejó inutilizada la estructura metálica del techo.

I

Definir qué es la historia o cuál es la verdad en la historia, es una cuestión tan compleja, que puede volverse inasequible. Sin embargo, algo que no se puede discutir es que la historia muchas veces resulta paradójica. Diego Portales fue muerto el seis de junio de 1837 en la ciudad de Valparaíso, con un balazo en su mejilla izquierda perpetrado por un soldado insurrecto. 136 años después soldados insurrectos acaban con la democracia en nuestro país. Un certero bombardeo a la Moneda y disparos amenazantes en sus alrededores, fueron la fórmula empleada. En la plaza de la Constitución, una bala errática impactó en la mejilla de bronce del Diego Portales. Recordándonos cómo fue muerto y acercándose más a la verdad histórica que la toga romana que lo viste. Paradojalmente y producto del azar, quiénes nos exhiben dicha verdad, son los mismos que admiran el estado conservador que Portales encarnaba.

II

Con la moneda destruida, se vuelve necesario encontrar una nueva sede para el gobierno de facto. El lugar elegido es el edificio de la UNCTAD III, el cual es renombrado como Diego Portales, negando así cualquier vínculo con la cultura o el pueblo. En los noventa y con el retorno a la “democracia” el edificio, al igual que la constitución son legados de la dictadura que se mantienen intactos. Fue un incendio fortuito en el año 2006 el que logro destruirlo, para que se reconstruyera y erigiera como un gran centro cultural.

III

Cristian Inostroza articula su obra desde los contrasentidos que la historia nos ofrece, pero que pasan inadvertidos ante la mayoría. El fuego que surge de manera repentina es, sin lugar a dudas, un llamado de atención que rompe con el estatus quo. Quizás eso fue lo que sucedió con el incendio del 2006 y con certeza fue lo que ocurrió el pasado miércoles en el GAM. En su entrada ardió la imagen del monumento a Portales, ardió con su gobierno fuerte y centralizador y con la cicatriz su balazo. Muchas cicatrices que se replican en la retícula de aspecto oxidado que recubre todo el Centro Cultural y que es el fondo reproducido en el bastidor de 5×3 mts. Son las cicatrices que dejaron las balas que acabaron con un ideólogo conservador, tal como acabarían con el ideólogo de la dictadura de 1973.

VI

Quemar la obra significa acabar con la mitificación que la figura de Portales reviste y viste de manera literal en su monumento. Quemarla en los términos del arte, en un espacio que está pensado para él, mas no para un arte con tal carga significante. Entonces, el artista se toma ese espacio y los guardias no saben cómo operar, puesto que, en el nombre del arte se permite este tipo de cuestiones. Aparece en este punto esa inmunidad que el arte tiene, pero que la obra traspasa por ser política y crítica. La obra se constituye en muchos momentos: la pintura, la intromisión del espacio y la quema. La política queda desplazada de este tipo de espacios. El festival de intervenciones urbanas autorizadas “Hecho en casa” es el reflejo del desentendimiento de las instancias oficiales con un arte político. Además porta una paradoja, que también se replica en el gobierno esto es: considerar que es pertinente pedir permiso para manifestarse en el espacio que es público. Cristian Inostroza reconoce el estatuto de lo público y es desde ahí que no sólo interviene el espacio, sino también a las personas y finalmente a la historia.

Por Mariairis Flores
Egresada de Teoría e Historia del Arte
Universidad de Chile.